Diente por diente

El tranvia traqueteba ritmicamente mientras subia la cuesta. Parecia cansado, fatigado de tanto ir y venir. Los pasajeros holgazaneaban sin nada que hacer. Miraban a su alrededor con mirada perdida, a veces una mirada perdida se posaba en el.

Siempre le llamaba la atencion que la gente lo mirara. Para el el contacto visual era algo muy importante, era una conexion entre el que mira y el que es mirado. O entre dos personas que se miran. En un principio creyo que los ojos eran el reflejo del alma, y que cuando sus miradas se cruzaban sus almas comulgaban.

Pero eso era, antes, ahora... ahora habia visto demasiados ojos de querubin en demonios narcotraficantes, en diablesas prostitutas, demasiados cielos en el infierno habia visto. Ahora ya solo se fijaba en si los ojos eran bonitos.

Hay gente que no olvida un nombre, una ciudad, una cara, pero el, solo recordaba los ojos. Esas miriadas de ojos bonitos que se le aparecian en sueños despertandolo en las pesadillas.

Se bajo del traquetreante tranvia, no sin reparar, en los dos ojos de verde mar que lo miraban distraidamente, los miro y sonrio levemente. Le gustaban esos ojos, ademas ese tono apenas lo habia visto, quizas un poco mas claros serian aun mas bonitos, pero asi estaban bien.

Subio las escaleras del edificio de oficinas, hasta la azotea. Donde no habia nadie, miro hacia abajo, se podia ver perfectamente el parque, con el estrado en medio. Pronto seria la hora.

Espero tranquilamente montando el rifle con una glacial mirada negra.

Finalmente llego su objetivo, no sabia quien era, ni le interesaba quien fuera, tenia un encargo. Apunto, miro por el objetivo... ahh unos bonitos ojos marron crema, que lastima...

Al poco se fue.

En el parque habia un gran estruendo. El concejal acusado de malversacion de fondos y estafa llacia muerto. Sus ojos del color de la crema miraban al cielo, en paz. Parecian querer ver el ligero rasto de humo que se elevaba de su entrecejo, donde la bala habia golpeado.