
Sir Contradicción y su valeroso escudero acordaron primar los intereses comunes por encima de los individuales, decidieron buscar fama y fortuna pero mejorando el mundo en el trayecto. Así pues se dispusieron ha deshacer los más indeshacibles entuertos.
Estaban enviando currículos y yendo a entrevistas, todas esas cosas previas a un trabajo que suelen hacerse, cuando por el método más inusual les llego una valiosa información, al parecer una princesa, de un lejano reino limítrofe de aquellos barajes estaba enferma. Impelido por su escudero, ávido de dinero, el caballero, ávido de hacer el bien, cabalgó incansable e inalcanzable hacia su pronto destino.
Al llegar fueron informaron de los hechos. Según les informo un vigilante que guardaba el pasillo su eminencia sufría de un brote continuo de torrentes sentimentales, lo que le producía graves problemas de visión, de concentración y en definitiva no la dejaba pensar con calma y tranquilidad, estaba completamente embotada. Más adelante el guardia que vigilaba la antecámara les explicó que lo que realmente le pasaba a la heredera era que sufría de una aguda deshidratación, la cual cosa le producía graves problemas musculares y articulares, y le daba apariencia de estar marchita.
Al cruzar la puerta hallaron, en la antecámara, una horda de conjuradores, adivinos, brujos, pitonisos, hechiceros, alquimistas, encantadores, remediantes, curanderos, también había algún médicos, y al parecer no había ningún truhán. Un buen medico, se podía ver claramente por que el mismo tomaba las medicinas que recetaba, les explico que los truhanes habían pasado a la cámara, con tal de intentar curarla.
“Eso contradice que esta sala esté tan llena” pensó en voz alta, sin referirse a nadie en particular, mas dirigiéndose al tullido de enfrente. Finalmente les dejaron entrar.
La princesa yacía en la bañera, una bañera llena de cristalina agua, en medio de una enorme sala, una sala llena de cristalina agua. Sir Contradicción se acercó cuidadosamente intentando no resbalar a la fuente de todo aquel desbarajuste, y de toda aquella agua. Al ver el llanto de la joven el escudero dijo.
“La princesa esta triste, que tendrá la princesa” Pero aquello pareció echar más leña al fuego, perdóneseme la expresión tan poco expresiva, hartamente inexpresiva, expresaría más mas me falla la expresividad, valga la redundancia expresa.
Sir Contradicción se acercó a la princesa, y le arreo una bofetada con sendo revés. El llanto ceso.
“No era deshidratación, no era depresión, era impotente histeria, y ante eso solo hay una cura, una potente reacción.”
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