Los muertos no cuentan cuentos.

Esa era una tarde acalorada, el calor era sofocante, todos parecian querer irse de alli, las hojas huian de los arboles, los asistentes oscurecidos parecian escapar hacia la sombra, y el muerto se marchaba, dejando el sofocante calor tras una capa de tierra fresca.

Todos tenian la boca seca, el cura ya no tenia palabras, bueno... no todos tenian la boca seca, a los gusanos la boca se les hacia agua. Contemplaban con apetito el trozo de carne que yacia en la caja. Comida envasada. Solo era carne, ya no tenia alma, y de eso hacia ya bastante.

Una noche el hombre habia encontrado una silfide. Una belleza sin par. Envuelta entre humo y telas vaporosas. Abrazada por el sabor del Tequila, arropada por el sonido de un viejo piano. Ella bailaba desafiando a la noche con lentejuelas, al frio con el alcohol, a la gente con la indiferencia.

Ella encandilaba a los hombres, que bevian y baveaban viendola. Los hombres, se ablandaban y endurecian al tiempo. Habia una amalgama de cacofonias, y sobre ella un viejo piano con olor a Tequila.

Ella bailaba, y el se enamoro. Ella seducia, y el la deseo. Ella era indiferente, el no...

La seguia a todas partes, la veia en todas partes. Su perfume no le abandonaba, ese olor a Tequila no se iba de su piel. La amaba. Ella no.

Finalmente una noche abrazado por el sabor del Tequila el lo intento. Ella bailaba para el, los demas estaban de mas. Pero ella no le creyo, le rechazo.

-Amame, ¿no ves que sufro? ¿no ves que soy desgraciado? ¿acaso eres una desalmada?

-Lo soy.

-Amame, por piedad.

-Vendi mi alma por mi cuerpo.

Y no hubo mas discusion, el hombre no supo que hacer. Ella desaparecio. El la busco.

La busco en los bares, con canciones de viejos pianos y olor a Tequila. Pero ella no estaba alli. La busco en las calles oscuras y ahumadas. Pero ella no estaba alli. La busco en las botellas, tan vacias... Pero ella no estaba alli.

La busco sin descanso, mas jamas la encontro. Al fin cansado, el demonio llamo. El hombre firmo un contrato. El alma por ella.

Y el perdio el alma y al tiempo murio.

Ya nada queda, excepto una cancion de piano. No, tampoco Tequila.