Randomness

This is not a meme.

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El zumbido de la luz eléctrica precedió a la propia luz antes de que esta inundara la habitación rechazando a la oscuridad, reduciéndola a una mancha en la esquina. La fuente de la luz parpadeo, y por un momento las tinieblas volvieron a acercarse, intentando tomar la sala... pero la luz volvió, y esta vez no tembló.

Era el vigésimo tercer ciclo de carga y pese a haber abierto los ojos no veía. Ajusto los párpados, regulo la potencia y poco a poco se fueron dibujando unas manos ante él. Unas manos que había visto durante... tiempo. Unas manos que... conocía. O creía conocer. Era como si esas manos estuvieran justo en el limite de su visión y poco a poco se desvanecieran.

Su mano se cerro y fue como si hubiera hecho aquello durante toda su vida. Pero de golpe... aquella sensación desapareció. Lo había olvidado. Era incapaz de recordarlo.

Oscuridad.

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El pitido de las baterías lo despertó de su letargo y devolvió la luz a sus ojos. Se levanto, como un autómata. Cada paso era una experiencia nueva, pues a cada paso que daba olvidaba el anterior. De pronto una figura se interpuso en su camino. Era... normal. Era como cabía esperar. Era un viejo amigo de rostro brumoso y difuso. El autodescubrimiento se fijo en él, como un animal, primero se quedo inmóvil, absorto, cuando consiguió recordar la sorpresa se aparto y redescubrió el asombro al ver que la figura se movía al tiempo. Jugo como un niño ante el espejo. Hasta que olvido que era una novedad.

Continuo avanzando cruzo la puerta, y avanzo por el pasillo saboreando la pared con los dedos. Sus piernas fallaron en los escalones y la gravedad le llamo a sus brazos. El estruendo del dolor no fue reconocido como tal y siguió avanzando.

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El sol le dejo ciego. Cerro los ojos. Interpuso las manos.

Al rato aparto las manos y abrió los ojos, no recordaba un buen motivo para no hacerlo. El sol seguía allí, como siempre, desde que era capaz de recordar. Allí había gente. Gente como la persona que creía recordar haber visto arriba. ¿Arriba? Ellos eran... ¿eran?

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Él era ellos. Todos. Ellos no eran él. Ninguno.

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Tropezó. Avanzó. Levantó. Agarró. Aporreó. Desgarró. Arrancó. Cascó. Mordió. Gorjeó. Regurgitó. Escupió. Ingirió. Tragó. Apagó. Saboreó. Recordó.

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El liquido grisáceo resbalaba por su mejilla, mientras las endorfinas paladeaban en su lengua y danzaban hacia el resto del cuerpo a trabes de sus venas. Ahora lo recordaba. Había sido medico. Su nombre era Theo Kraepelin. Si, él era el doctor Kraepelin. Se toco el mentón y sintió un extraño liquido viscoso. Miro las yemas de sus dedos, el liquido era grisáceo, semitransparente. Miro al suelo y a sus pies vio un cuerpo con la cabeza destrozada. Su cráneo había sido roto como un huevo y algo había esparcido su cerebro por el pavimento. Theo no tubo si quiera que tomar el pulso para saber que estaba muerto, cualquiera con cerebro podría ver que alguien sin él estaría muerto. No pudo evitar una sonrisa ante ese pensamiento. Busco su celular, pero no estaba, así que acerco las manos al muerto. Pero lo primero que encontró fue la identificación que mostraba su numero, su código y su firma. Escrito con letras claras Theo Kraepelin.

Algo muy similar al miedo se apodero del doctor. No recordaba. ¿Por que aquel hombre tenia sus datos? Los cogió, no había duda, eran suyos. ¿Quizás aquel hombre era un ladrón? Era improbable. Y era más improbable que no lo recordara. Pero aunque su mente no pudiera recordar nada. Su cuerpo recordó una cosa, correr.

Theo Kraepelin se dio a la fuga, dejando atrás su cuerpo, perdiéndose en la inmensidad de la ciudad.